miércoles, 6 de julio de 2011

Segundo honorífico


Hay pocas razones, pero muy válidas, para hacer honores a la misma persona dos veces. Escribiré, nuevamente, en honor a Catalina Bertón por tres motivos:

1. Porque está de viaje, y nos deja viajar con ella www.rosa-nautica.blogspot.com
2. Porque me hace falta café y una charla sobre películas clásicas.
3. Porque siempre que uno viaja, escribe sobre otra gente y paisajes, pero nadie escribe acerca de las personas que están de viaje.

Lo mejor de todo es que sigue siendo ella, a pesar de todo lo que pueda pasar en un viaje de tal magnitud, a pesar de los cambios que sobrevienen con el amor, y el caos y las mareas. Cata trabaja para una empresa de cruceros. Debe ser el sueño de mucha gente, aunque nadie tiene idea de lo doloroso que puede ser. Doce horas de trabajo, el mismo barco, los mismos borrachos. También están los problemas de trabajo y de tránsito intestinal, especialmente cuando uno no elige la gente con la que trabaja. Siempre hay algo que se atasca en las tripas, especialmente los prejuicios. Nadie dice que la convivencia de culturas sea fácil, pero lo es menos aún encontrar amigos de verdad.

Ese tipo de cosas te giran el mundo -la mezcla de culturas, los códigos éticos, la maldita interpretación de comunicación no verbal, los viajes transatlánticos, las nuevas amistades, el hecho de que los vietnamitas no usen calcetines todo el tiempo, los pasajeros que pisan tus pies cuando intentas tomar fotografías en el medio del hall principal, los malos sueños, las retenciones emocionales, los olores de diferentes razas, los platillos exóticos que se cobran un día de intoxicación, etc.-Sí, Cata: has de cambiar muchas cosas de tu vida, pero reconozco que nunca tu esencia. Me queda en la memoria esa frase, nada errática, directa, llena de sentimiento, esencialmente sincera y catalinesca:

"Mi amigo Rifki es de Indonesia. Lo que quiere decir, es asiático. Es a la única persona del equipo a la que considero mi amigo y también es la única persona de la que me interesa ser amiga" (véase De Librerías). Así, entre unos cientos de personas del crucero, ella sabe quién es su amigo. No es esa gente que manda una petición de amistad por facebook, o que retwitea lo que has dicho con signos de exclamación, ni mucho menos la gente que se sienta en tu mesa para comer acompañado. El amigo está por encima de los prejuicios y de las horas extra maceradas en mal humor. Lo difícil es encontrarle; pero más difícil es dilucidar quién es y quién no, empezando por aplicar ese "más vale paloma en mano que ciento volando" o un tajante "mejor sola que mal acompañada". En efecto, hay otro lado de la cara para aferrarse a tal cuestión: me quiero lo suficiente para estar sólo con gente que vale la pena. Y me encanta decirlo.

Este post es para renovar el voto de la amistad, que se alimenta de las palabras más sinceras, aún cuando se oyen a la distancia. Yo sé que siempre están ahí.