miércoles, 12 de agosto de 2009

Y se va la cuarta


La gente hace cosas de las que se arrepiente un poco... no del todo. Por algo las hace. Probé mi "talento artístico" para meter la pata y hacer el ridículo para divertir a los demás. Me gané una entrada en la Sala Zitarroza de Montevideo para escuchar la Sinfónica de Tambores (el ticket terminó arriba de la estufa en casa, en el pedestal máximo de mi familia). Circula una versión no tan vergonzosa en Facebook, el clip bertonense que dedica su esfuerzo a dejarme lo mejor posible en mi súper actuación en el escenario, al compás de La Bifurcada, banda sonora hecha a mi medida. Esa fue en mi cuarta despedida. Al día siguiente, las amigas de mi madre y mis cuñadas me organizaron una "comilona" fabulosa. El domingo hubo partida doble: mi padre abrió la bodeguita familiar para acompañar una paella como Dios manda. En estado semialcohólico (reforzado con una sacudida del ómnibus de regreso a Montevideo), volví a la capital a disfrutar de un seminario de lectura, de la llegada de un amigo, de la compañía de gente que aprecio mucho. La última semana no ha terminado. Aún llegan invitaciones, porciones exageradas de comida y bebida a mi estómago, amigos con brazos largos y mails de la Embajada. Tengo ganas de que esta etapa no termine nunca, pero no sé cuánto más va a aguantar mi sistema digestivo. Ay. Espero no arrepentirme cuando me pruebe la ropa que empaqué.

2 comentarios:

  1. el viaje se comienza a disfrutar cuando los nervios revuelven el estómago al pesar en el futuro, al armar las maletas y al festejar tanto con personas diferentes y queridas.
    Lo mejor es que no se deja de disfrutar mientras la memoria permanezca intacta.

    ResponderEliminar
  2. Gran pensamiento de una gran viajera filosofa.

    ResponderEliminar